La llegada
Iquitos es una ciudad mágica. Llena de color, naturaleza y misterio. Aquí volvemos a casa, dicen. Lo cierto es que cada visita a este lugar es una aventura muy especial.
Desde el cielo es posible ver el paisaje de algodón que pintan las nubes y justo debajo es posible ver la inmensidad y el verdor de nuestra Amazonía, cruzada por un ondulante serpentear de una de las maravillas naturales del mundo, el río Amazonas.
Llegar a esta ciudad toma un promedio de hora y media, aproximadamente. Se puede optar por el primer vuelo o el último, depende de las actividades que elija realizar. Hay muchas historias respecto a las precauciones que hay que tomar antes de ir, pero lo cierto es que con lo único que se debe contar es con las ganas de una aventura a lo natural, una mirada de descubrimiento, de desconexión total, de un viaje hacia nuestro propio interior.
Las vacunas son necesarias cuando se va a permanecer en el lugar más de diez días y/o se va a visitar alguna zona que esté pasando por una epidemia. Lo cual no es el caso en este momento de esta ciudad y sus alrededores, por lo tanto sólo hay que empacar mucho ánimo y adrenalina para la diversión.
El aeropuerto ha sido totalmente remodelado y presenta una infraestructura bastante moderna. A penas se abren las puertas del avión, se siente ese clima seco y sofocante que se percibe sólo en la región amazónica del país. El desembarque es sencillo y no toma más de algunos minutos pues no hay una alta frecuencia de vuelos, al menos no como en la capital.
Iquitos conserva ese aire natural, nostálgico…ha crecido es cierto y quizás de una manera desordenada incluso. Pero desplazarse por sus calles, a la sombra de los árboles y de la vegetación es una experiencia muy particular que se ve interrumpida solo por el ruido de las mototaxis que se desplazan cual enjambre de abejas hacia diversos puntos de la capital loretana.
El trayecto hacia el centro de la ciudad dura aproximadamente 20 minutos, dependiendo de la hora de llegada. Las largas avenidas siguen y en el recorrido se va apreciando la arquitectura propia del lugar: casitas aparentemente pequeñas, muchas de madera, con techos a dos aguas cubiertos con hojas del lugar o en algunos casos con calamina, con las puertas abiertas como dando la bienvenida al visitante y con más de una silla y una buena charla delante.
Las construcciones de material noble se aprecian más en el centro de la ciudad pero los techos a dos aguas son una constante para contrarrestar las lluvias que se presentan con mayor intensidad de diciembre a marzo. Estas no impiden la visita del lugar; al contrario, si nos toca una lluvia torrencial, se convertirá en una experiencia realmente particular… pues mientras que todo iquiteño corre a cobijarse, los visitantes como nosotros, nos ponemos justo debajo de ella para sentir la caída de sus incesantes gotas recorrer nuestro cuerpo de la cabeza a los pies y basta esperar sólo unos minutos para sentir que estamos literalmente debajo de una ducha con ropa y todo.
Si se opta por visitar el lugar de marzo a noviembre, de lo que se gozará es de un fuerte sol (aunque siempre lo es pero en esta temporada, sin lluvias) que da la sensación de sofocación y a nuestra piel una sensación permanente de humedad.
¿Dónde dormir?
Iquitos cuenta con una gran oferta hotelera. Desde pequeños hostales y hospedajes hasta lujosos hoteles como El Dorado Plaza o el Delfín Amazónico suites, cada uno con su encanto particular. El primero está anclado en pleno centro, rodeado de la iglesia Matriz, de la Casa Eiffel y muy cerca al malecón Tarapacá, lugar ideal para apreciar un romántico atardecer…frente al río, bajo un cielo naranja, algunas gotas de lluvia quizás y una exquisita música de fondo ya que en el malecón se encuentra una gran variedad de centros nocturnos de diversión.
Los demás hoteles se encuentran distribuidos en toda la ciudad. Está el clásico hotel Europa, Victoria Regia, hotel Acosta, Anaconda, Marañón y Gran Marañón, entre otros. Usted elije.
¿Qué comer?
En cuanto a la oferta gastronómica, hay dos formas de disfrutarla: en la misma ciudad o en pleno Río Itaya.
La primera opción está en el puerto de Nanay, donde se puede encontrar los platos típicos de la ciudad como el Tacacho con cecina, el juane, pescado asado como palometa, plátano asado, suri, inchicapi, entre otros; y las bebidas tradicionales como el aguaje, la cocona y el camu camu. Los precios varían según el tamaño de la porción pero la sazón es muy buena. Es un momento para compartir con la gente del lugar y para que sea más agradable, es mejor llevar solo lo necesario: una cámara y unos 30 soles por persona para disfrutar de su comida típica.
La otra opción es Al frío y al fuego, ubicado en pleno río Itaya, frente al malecón. Una cena romántica encuentra en este lugar, su mejor marco. El ambiente totalmente rústico, rodeado de río y naturaleza y sentir la sensación de estar flotando, hacen de éste un lugar especial. Para llegar hasta aquí hay que dirigirse al embarcadero, desde donde salen las pequeñas lanchas que lo llevarán hasta esta aventura gastronómica. La carta comprende platos típicos de la región y comida internacional, el precio promedio de cada plato oscila entre los 30 y 50 soles.
Existe una gran cantidad de restaurantes que ofrecen comida típica y/o internacional. Los recomendados están cerca a la Plaza de Armas o en el malecón. Otra buena opción es probar el pollo a la brasa local que ha fusionado el sabor tradicional con un toque oriental y va acompañado de plátano frito, tipo patacón; o, papas fritas o plátano asado…es una exquisita alternativa para las noches por ejemplo.
Lugares nocturnos
En cuanto a la diversión, Iquitos ofrece también una gran variedad. Para los que quieren vivir el verdadero ambiente de la ciudad, el lugar de moda es El Pardo que tiene capacidad aproximada para cinco mil personas. Al igual que en Nanay, llevar lo necesario y permanecer un tiempo prudente, sobre todo si no somos del lugar. Aquí es frecuente encontrar a un buen número de turistas que se lanzan a vivir el verdadero ambiente de la selva. El local ofrece música en vivo con muy buenas orquestas de la región que deleitan al visitante con el ritmo característico que es la cumbia y la música tropical.
Si se busca un ambiente más tranquilo pero igual de intenso, está la clásica discoteca Noa, ubicada a solo dos cuadras de la Plaza de Armas de Iquitos y que ofrece además algunos ambientes privados para disfrutar en pareja o en grupos. O El Musmuqui, es un bar que permite degustar los tragos típicos de la selva y los llamados afrodisíacos. Está muy cerca al malecón y a la Plaza de Armas.
¿Qué visitar?
En Iquitos se respira naturaleza. A pesar del ruido ocasionado por las mototaxis que son el transporte público más común y más fresco que todo lugareño utiliza y al que todo visitante se adhiere con mucha facilidad; es fácil conectar con el motivo del viaje: la naturaleza.
Sólo unos minutos fuera de la ciudad y ya se puede disfrutar de esa paz que transmite el entorno natural. Se puede visitar Santa Clara, a donde es posible llegar con un primer paseo en moto y luego en lancha…degustando unos ricos aguajes, sintiendo la fusión del aire fresco del trayecto con la acidez del aguaje producto de su sabor natural mezclado con la sal que se le agrega para disfrutarlo mejor…hmmmmm, esa mezcla es realmente exquisita. El viaje es breve y hubiera valido la pena igual si hubiera tomado más tiempo: arenas blancas, agua transparente y total quietud alrededor…sólo nosotros y la compañía que elijamos para esta experiencia. Solo sentarse en la orilla, sintiendo el aire fresco y el olor a pescado asado que suelen ofrecer los pobladores del lugar, hacen de este momento algo único.
La permanencia dependerá del tiempo disponible, medio día, día entero, un par de horas…el tiempo que permanezca, dependerá de usted…lo demás déjelo a la imaginación.
Si lo que se busca es una desconexión total del mundanal ruido, hay una variada oferta de albergues. Desde los más rústicos hasta los más lujosos. Desde aquellos mimetizados con la naturaleza hasta aquellos que parecen haberla tomado por asalto. Dependerá del gusto y de la experiencia que se quiera vivir. Puede estar ubicado a 45 minutos de la ciudad o puede disfrutar de un largo viaje en lancha durante 3 horas para llegar a un verdadero paraíso y recorriendo para ello las caudalosas aguas de nuestro río Amazonas. Apreciando verdaderos espejos de agua donde el paisaje se refleja con mucha facilidad, de una exótica vegetación, del vuelo de las aves del lugar e incluso, de ser el caso, de la tierna presencia de los delfines rosados durante su recorrido.
Cualquiera sea su opción, la experiencia promete ser única. Eso sí, deje sus miedos en la ciudad y déjese seducir por el encanto y el misterio de la selva…la sensación de estar ahí puede ser extraña o puede ser muy familiar, dependiendo del motivo de su viaje. Lo puede hacer sentir en casa si el viaje es para usted mismo y de desconexión del mundo o lo puede hacer sentir un total extraño si esperaba encontrar internet y señal de móvil en plena selva.
Las experiencias pueden ser muchas: de placer, de descubrimiento, de despertar, de conexión, de desconexión, de agradecimiento, de paz…cualquier pretexto es bueno para mimetizarse unos días con este maravilloso entorno natural.
Levantarse a las 5 de la mañana escuchando una melodiosa sinfonía de aves a su alrededor o un incesante goteo si la lluvia optó por visitarnos…lo que sea, es siempre bienvenido si siempre está dispuesto para ello. Los desayunos suelen ser con frutos y productos del lugar. Variado, para todos los paladares y si tiene algún pedido especial sólo deberá mencionarlo a su asesor de viajes.
Después del desayuno, empieza la aventura. Botas de caucho hasta las rodillas, manga larga, pantalón, gorro, bloqueador, repelente y una buena cámara, serán siempre sus compañeros infaltables de excursiones y más en estos momentos de aventura. Por la mañana se puede salir a observar las aves del lugar, se puede salir a realizar caminatas, a pescar…cualquiera sea la actividad siempre será excepcional y siempre tómese un tiempo para conectar con todo aquello que va descubriendo: plantas, animales, sonidos, imágenes, todo…cada uno tendrá un mensaje muy especial para usted. Sólo déjese llevar.
El almuerzo es una combinación de comida tradicional con internacional. De ser el caso, pruebe todo lo que pueda…es posible que muchas de las frutas las encuentre sólo aquí, en este lugar, así que esta es la oportunidad para que su paladar disfrute de nuevos sabores.
El momento más especial es por la noche. Nuevamente sus “compañeros infaltables” deberán acompañarlo y se sumará a ellos uno más: su linterna. Una buena recomendación para estas aventuras: deje el temor de lado para que pueda disfrutar de cada etapa de la caminata o de la excursión en canoa. Salir a navegar bajo la luz de la luna o bajo un hermoso cielo estrellado y con solo linterna en mano, es una actividad que posiblemente la viva por única vez. Sentir el suave agitar de las aguas del río al rozar con el remo de la lancha, con el sonido inigualable del silencio o las luces parpadeantes de las luciérnagas, harán de éste un momento mágico. Vívalo intensamente, disfrútelo, déjese seducir por el manto misterioso de la selva nocturna.
Las opciones son muchas, solo debe buscar aquella que más se acerca a lo que desea experimentar y por la cantidad de días que elija disfrutar. Sólo un pedido especial para disfrutar plenamente su visita: respete el entorno en el que está, la selva le abrió los brazos a usted para mostrarle su belleza y misterio, responda a esa invitación sólo con respeto y agradecimiento.
(Escrito por Mónica Lovera Quesñay – Andar Peruano)
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